El aire cambia. Los calores se mitigan, las hojas de los árboles se ponen mustias, las mañanas están más frías, el sol se recoge más temprano. Viene el cambio de estación. Tenemos al otoño a la vuelta de la esquina, el que es anunciado por los heraldos de la naturaleza.
En Maule, las mañanas se han puesto neblinosas y el mar ha cambiado su azul de verano por un verde gris lleno de espumas. Las gaviotas de Franklin, antes dispersas, ahora se agrupan en amplias bandadas como esperando la señal de iniciar su partida hacia el norte. De nuevo iniciarán su regreso a las playas del hemisferio norte en busca del eterno verano.
Las tardes de Maule regalan las más espectaculares puestas de sol del año, cuando las nubes volando en el horizonte son heridas por los últimos rayos del sol que se despide hasta el próximo día. Vibran en colores amarillos tostados, anaranjados, fucsias y finalmente rosados y violetas, hasta que el sol se hunde lentamente en el mar.
Es la hora en que las lanchas pesqueras inician sus faenas y comienzan a encender sus fanales. A la distancia un enorme barco sale a buscar el ancho Pacífico cargado de chips, maderas, celulosa o harina de pescado. Su caladero estará en Manila, Singapur, Shanghai o algún puerto del Japón.
Sayonara.
Unas pocas gaviotas aprovechan las últimas termales y dibujan caminos en el cielo.
